Los refugiados en la obra de Ai Weiwei

Si ya no pudiera examinar la condición humana, la vida perdería su brillo

(Ai Weiwei, PROA, 2017)

Ai Weiwei. Me gusta ese nombre desde antes de conocer su obra. Suena a artes marciales, a pájaro, a poeta. Estoy en el barrio de La Boca. Estoy en Buenos Aires. Camino entre tiendas para turistas, artistas callejeros que exponen sus dibujos y paseantes variopintos. Desde lejos, bordeando el río y antes de que asomen los colores de las casitas del barrio, mezcladas con el olor del agua turbia, se insinúan las bicicletas en la explanada frente a la entrada de la Fundación Proa: una escultura-instalación de cientos de bicicletas en eco, soldadas unas con otras. El efecto visual de la repetición decreta el movimiento en la construcción fija. Cada bicicleta es reflejo de la anterior, que a su vez es reflejo de la siguiente. Un mirar distraído es imposible, como si el observador hubiera sido atacado por un tipo particular de diplopía, una visión duplicada que en este caso no es patológica. Me río de esta idea segundos después de haberla pensado. Ese borde indefinido entre locura o enfermedad y arte termina aflorando tarde o temprano.

Anahi Almasia Revista Colofon Ai Wei

Pero es de otro borde suspendido del que quiero hablar. Para Ai Weiwei “Todo es arte. Todo es política”. El artista deja bien claro su compromiso: el dolor de otro es su propio dolor. Y entonces los bordes se difuminan, cambian su esencia, mutan y nos dice que “la nacionalidad y las fronteras son barreras a nuestra inteligencia, a nuestra imaginación y a todo tipo de posibilidades” (Proa, 2017). En la explanada están también los diálogos con los antecesores. Duchamp está en las manos de Weiwei y él replica las bicicletas duchampianas multiplicándolas como si de un espejo se tratase: las refleja a sí mismas y también refleja la rueda de Duchamp, escondida entre las bambalinas de la creación.

No se presentan muchas oportunidades de ver arte chino contemporáneo. Esta muestra en Fundación PROA, nos arrima la perspectiva de un chino en la actualidad. No de cualquier chino, sino de un artista que pretende romper con lo antiguo (aunque haya estudiado hasta el detalle el arte tradicional) y construir un arte surgido de entre las ruinas. Los escombros mutan en nueva estructura ¿Acaso no es siempre esa la intención de los artistas?

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La destrucción de su estudio-casa, el encarcelamiento, la urna de la Dinastía Han que cae para que se haga trizas contra el suelo se transforman versátilmente en otra cosa. Imagino la irritación de algunos frente a ese resurgir permanente: a más destrucción, más obra. Y entonces, una certeza: cuanto más se reprima al artista más se colabora con su obra. Pienso en Joyce y en el juicio posterior a la publicación de su Ulises, por obsceno. Maravillosa metáfora de lo que somos los seres humanos: por un lado, la inteligencia creativa; y por otro, con la misma intensidad, una fuerza opuesta. Nadando en esta dialéctica, Weiwei fluye.

El abordaje de Weiwei a la problemática de los refugiados deja a la vista por lo menos dos representaciones: una gran masa inflable y negra de figuras sin rostro sobre un bote de esos que atraviesan todos los días los mares con la ilusión de acceder a tierras prometidas; y los wallpapers, empapelados cuya narración ilustrada me recuerda a los bajorrelieves egipcios. Esta vez se trata de refugiados, de alambradas y muros que los rodean, de carpas, miles y miles en un bote, una madre y sus hijos de pie mirando a los ojos a quien sea espectador. Es posible ver las obras de arte más bien como película antes que como cuadro. A lo estático de una mirada cerrada, contraponemos los empapelados que diseña Ai. Pequeñas historias que se ven acompañadas por las voces de quienes caminan y contemplan la muestra. Como una turista, lo registro todo, incluso esta improvisada banda de sonido. Weiwei presentó el año pasado una película documental: Marea Humana. Allí filmó el desplazarse forzoso de comunidades empujadas por una realidad expulsiva. Los seres humanos se deslizan como la marea y las obras tienen una forma que transporta la mirada del que ve, que la hace caminar, atravesar tierras y mares. Mi percepción se mueve, es parte de la marea humana movediza.

Anahi Almasia Revista Colofon Ai Wei 3

“La humanidad es un gran tema en el que deberían involucrarse todos los seres humanos” (2017), dice, irónico. Y profundiza en la concepción platónica de que fuimos creados en mitades y que es necesario unirse con la otra mitad. Lo dice respecto de las mujeres y enseguida completa: “Siempre admiré y me fascinó la otra mitad. Es algo misterioso para mí… a medida que envejezco, esa otra mitad es el mundo, y no sólo las mujeres, sino el mundo en total… podría ser un niño o un anciano. Es muy importante verse a uno mismo en ese espejo”. A mí me alegra esa concepción acerca de los otros, esa comprensión de la esencia humana como la de un ser que se completa fuera del sí mismo, que entiende la existencia en un intercambio fructífero con las mujeres, con los hombres, con los niños. Hay un mar de semillas que encierra la esencia de miles de mujeres que trabajaron en ellas. Puedo intuir el murmullo de sus conversaciones mientras dan pinceladas negras sobre la blanca porcelana, casi que adivino sus rostros concentrados acompañando esas voces. Y todo esto encerrado en unas cuantas toneladas de semillas en el suelo.

Weiwei transforma la lógica de persecución al publicar una fotografía de sí mismo herido, cuando fue preso o cuando su casa taller es desmantelada y destruida. Para terminar de darle forma a su presencia en este mundo, Ai Weiwei, elige las redes, las usa, las encierra en su propia lógica que resulta, más que un mostrarse espectacularmente, en la pura banalidad del show, una expansión de su llamado a los otros a reflejarse en lo que nos muestra, a iluminar un pedazo de realidad lleno de interrogantes. Y nos dice: “El arte tiene que ver con la estética, con la moralidad, con nuestras creencias en la humanidad. Sin eso simplemente no hay arte”.

Originalmente publicado en http://www.revistacolofon.com.ar

Miró en el Museo de Bellas Artes

Miró en el Museo de Bellas Artes

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Entre los muchos sueños que se podrían tener, uno es el de estar en una sala con obras de Joan Miró y que no haya espectadores a la vista. Mi hijo entrevistaría a la curadora del Museo Reina Sofía para una nota de Paka Paka y yo, colada por derecho maternofilial, con productor y camarógrafos, rodeada de maravillas, comprendí una vez más a Sthendhal y su síndrome en Florencia.
Dijo Miró: “que mi obra sea como un poema musicalizado por un pintor”. Esculturas, dibujos y pinturas del último período, la muestra se llama Miró: la experiencia de mirar y está en el Museo Nacional de Bellas Artes – Argentina. En su búsqueda por despojar el trazo y alcanzar la intensidad, una mancha es un sol y unos puntos son constelación. Entonces, es la magia. Y después, no alcanzan los ojos y hay que mirar con el alma o con el corazón.
Gracias a Santiago Bonavera y a la genial producción de Alta Noticia.
#Miró #Exposición #PakaPaka #MNBA

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Diferentes lectores escritores

Diferentes lectores escritores

Interesante lo que plantea Carlos Gamerro​ acerca de las formas de leer: «Joyce lee desde su proyecto de novela. Tiene una especie de gran arquitectura de una catedral in mente y todo lo que lee le interesa o no según pueda integrarse en ese gran edificio del Ulises. En ese sentido, Joyce es un lector egoísta. Borges es un lector mucho más humilde y más generoso. Y mejor lector, sin duda. Entra en los textos sin buscar nada en particular. Se pierde en ellos. No quería caer en la obviedad del laberinto, pero mis palabras me van llevando a eso. De ahí, él no sabe qué va a salir. De su lectura de Dante sale «El Aleph». Del Quijote pueden salir poemas o un cuento. De Shakespeare pueden salir cuentos como «Tema del traidor y del héroe» o un ensayo narrativo-imaginativo como «Everything and nothing», que es un texto maravilloso. En eso se parece, quizá, a Kafka, que también hace de su lectura de los clásicos una especie de proliferación. Tienen más que ver con alguien que entra a esos textos como lector. Cuando Joyce entra en la obra de otros lo hace como novelista, como autor de su novela. Borges lee preguntándose cómo sirve él a ese texto».
Tomado de la nota de Patricio Zunini​ en Infobae

Meigallos do Acevo

Meigallos do Acevo

Hola amigos. Les dejo este relato que forma parte del libro Lo que el viento no se llevó, relatos para despertar la memoria. A 80 años del golpe de estado en España, a 40 años del golpe de estado en Argentina.

Catorce relatos de Anahí Almasia y Luz Darriba, prologados por el Premio Nobel de la Paz don Adolfo Pérez Esquivel, doña María Jesús Souto Blanco, Doctora en Historia Contemporánea por la USC (Universidad de Santiago de Compostela) y Carmen García-Rodeja, portavoz de la ARMH (asociación por la recuperación de la memoria histórica).


Meigallos do Acevo

Anahí Almasia

 

Todo el mundo asustado de ver aquello. Loco, parece loco el de la casa de Valgariño gritando que la meiga lo deje en paz. ¿De qué meiga habla? Ruega, pide perdón de rodillas y ve cosas a su alrededor. Durante años se paseó por las afueras del cementerio hablando solo, años que fueron siglos entre las tinieblas. El fulano no se va a la cama sin la hoz, quedó con miedo para toda la vida. ¡Cierren las puertas y las ventanas! Nadie sabe de lo que habla, pero sí se sabe que sucedió algo grande durante la guerra y aunque balbucee cosas inentendibles puede leerse en sus ojos el pánico. Tantos años de silencio en España no ayudaron a desvelar la oscuridad. Al final, se le metió esa cosa en el cuerpo que crece sin parar desde la exhumación de las fosas do Acevo y del cementerio de A Fonsagrada. Seguir leyendo «Meigallos do Acevo»

Monstruos

Monstruos

siempre me gusta volver a leer tus cuentos.

navegarespreciso

Pequeña intervención a El sueño de la razón produce monstruos, Francisco de Goya (aguafuerte serie de Los caprichos 1797-99)

Os dejo este relato que forma parte del libro Lo que el viento no se llevó, relatos para despertar la memoria. A 80 años del golpe de estado en España, a 40 años del golpe de estado en Argentina.

Catorce relatos de Anahí Almasia y Luz Darriba, prologados por el Premio Nobel de la Paz don Adolfo Pérez Esquivel, doña María Jesús Souto Blanco, Doctora en Historia Contemporánea por la USC (Universidad de Santiago de Compostela) y Carmen García-Rodeja, portavoz de la ARMH (asociación por la recuperación de la memoria histórica).

A Marica Campo, por ser mi maestra y tantas cosas. A Tareixa Campo, por marcar senderos.

Monstruos, Luz Darriba 2010) fue reconocido con el Premio Ánxel Fole de Narrativa 2012.

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¡Lo que viento no se llevó!

Quiero contarles que ya está impreso mi tercer libro (el primero editado en España). Escrito a cuatro manos con mi muy querida Luz Darriba. Fue un repertorio de buenos momentos compartidos mientras duró el proceso creativo de varios meses.

En 14 relatos nos propusimos escribir una serie de ficciones que reconstruyen el pasado reciente de España y Argentina. Mientras tanto, les comparto la portada con ilustración de Saverio Pignuoli Muscio. Fue editado por ALDA Editorial.

Aquí, desde lejos, se ve preciosa la terminación de este libro que no hubiera sido posible sin el esmerado trabajo de Josefina Darriba y Andrea Zablotsky, de la ilustración de Saverio Pignuoli Muscio y de los preciosos y comprometidos prólogos de Adolfo Pérez Esquivel, Carmen García-Rodeja Arribí y María Jesús Souto Blanco. Contar con el apoyo de todos ellos enriquece la obra y dará a este libro un vuelo que solito no hubiera tenido. Gracias a todos !!! y espero que lo disfruten!Anahi Libro.jpg

Primer Premio III Concurso «El Mundo Árabe»

Primer Premio III Concurso «El Mundo Árabe»

Hola queridos amig@s. Cada día creo más en la importancia de animarse a explorar los procesos cuando fluyen y comprender que, si algo no resulta como quisiéramos, es posible que haya motivos más profundos para que las cosas resulten así.

Parece que esta parte del año viene con suerte. Después de la alegría por la noticia de la publicación del libro que escribimos junto a Luz Darriba, quiero contarles que mi cuento «No soy su hermana, lo siento» obtuvo el primer premio en el III Concurso Literario «El Mundo Árabe».

Agradezco al periódico El Liberal por la nota, al jurado y al Consulado de Siria de Santiago por organizar el concurso. Y sobre todo estoy muy agradecida de poder reflexionar sobre las problemática de la inmigración siria a través de manifestaciones poéticas pero que a su vez son políticas y sumamente afectivas.

Aliento a todos los que comentan y apoyan mi trabajo a que tengan confianza y sigan avanzando con convicción en la realización de sus proyectos

Al final, todo resulta bastante gracioso: hace unos años recibí el primer premio en un concurso literario de la Federación de Sociedades Gallegas y este de hoy es para mi origen sirio. ¡Nadie se pondrá celoso!

¡Seguimos en contacto!

 

no soy tu hermana lo siento

http://www.elliberal.com.ar/noticia/340284/ganadores-concurso-literario-mundo-rabe

Etgar Keret y la inteligencia de las historias

Etgar Keret y la inteligencia de las historias

El otro día fui a escuchar a Etgar Keret. Me gusta conocer el pensamiento de los escritores a los que leo. Etgar Keret sorprende desde el comienzo de sus reflexiones al decir que “las historias deben ser más inteligentes que la persona que las escribió”, y así comienza lo que les quiero contar.
Pienso que cada escritor no puede evitar escribir desde su realidad, aunque intente acercarse a otros mundos y otros tiempos, siempre, inevitablemente, llevará consigo el prisma con el que mira a los personajes y estos personajes trasmitirán la tensión viva del lugar físico desde donde surgieron. Keret es guionista, además de escritor de narrativa, y eso se nota cuando logra mantener esa “tensión violenta”, así la llama él, entre sus personajes. No es sólo que vive en Tel Aviv, no es sólo que en varios de sus relatos se refiera a los hechos violentos con una naturalidad sorprendente, es más bien una forma de comprender la violencia. Yo vivo en una zona sobrecargada de ideología, a veces, el diagnóstico del otro se hace por la ropa que lleva o por el color de la piel”. Habla de las subjetividades en juego alrededor de lo que es normal y, se comprende entonces, la piedad con los personajes se vuelve imprescindible. “En el ejército te enseñan básicamente dos cosas: a estar dispuesto a morir y a matar”, y agrega, “esas son cuestiones a las que cualquier ser humano se opone inicialmente”.

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A veinte años, Luz de Elsa Osorio

A veinte años, Luz de Elsa Osorio

A veces leo con un lápiz en la mano y logro de esa manera resemantizar, trazar un dibujo, un trayecto particular y sólo mío. Algo así como intervenir con mi propio trazo lo que tanto me gusta. Es un diálogo silencioso con el autor, a quien empiezo a querer por el solo hecho de regalarnos esas frases. Hoy les voy a hablar de Elsa Osorio, a quien leo con un lápiz en la mano y transcribiré un fragmento del libro A veinte años, Luz, una novela que encierra, en mi opinión, una profunda comprensión del alma humana.

Además, (no siempre sucede), la vida me regaló la posibilidad de conocerla, de trabajar con ella, de que con su generosidad comentara mis propios escritos, nuestros escritos y los de tantos otros. El Juego de Barbazul no hubiese sido posible sin su presencia, cuidando el germen de la creación con la delicadeza de una Maga. Va mi agradecimiento de corazón.

En A veinte años, Luz: “Carlos le contó que se había especializado en Pediatría en Barcelona, donde se casó con Montse, y que hacía ocho años que vivía en Madrid. Luz le dijo que a ella le faltaba bastante para recibirse de arquitecta: me atrasé en los estudios con el nacimiento de Juan y con … esto”. Y la palabra “esto” es una promesa a la que nos adherimos porque condensa en sí misma la novela entera.

Los invito a sumergirse (con un lápiz cerca) en los mundos de Elsa Osorio, a disfrutar, a sufrir y ser feliz de la mano de sus personajes apasionados, sufrientes, deseantes, felices en sus búsquedas personales hasta adonde se puede ser feliz en la vida.

¿El tiempo de Katilia?

¿El tiempo de Katilia?

 

Hoy vamos a hablar de un país de ficción: Katilia. Allí nació Matu Ketami y es donde transcurren parte de las aventuras de nuestros personajes. En Katilia han llegado a inventar una palabra para nombrar las diferencias entre las personas. Es un país tan extraño que allí toda diferencia es festejada y se considera necesaria para el crecimiento de la sociedad.

Katilia es un sueño y es una realidad ficcional. Pero sobre todo es una utopía, es ese lugar-idea de a dónde podríamos llegar y que sólo es posible en ese mundo utópico. Estoy convencida de la función formadora de las utopías, que sólo creando mundos aparentemente imposibles los seres humanos nos habituamos a una construcción imaginaria como primer paso para una nueva realidad. Por eso no me asustan las utopías, ni que me digan que Katilia es un mundo irreal e ingenuo (más allá del género fantástico), porque Katilia es el futuro al que llegaremos si somos capaces de tomar lo diverso de los otros como interpelación a nosotros mismos. Katilia no se responde en sí misma. Katilia es la utopía posible de cada uno de los lectores, de los espectadores, Katilia es la búsqueda de lo diverso para la construcción de la propia subjetividad. Por todo esto me gustan los katilianos que viven en el planeta Tierra, esas personas que, sin saberlo, habitan la utopía y construyen un mundo integrador porque no padecen en sí mismas las “fronteras de la mente” como las llama Adolfo Pérez Esquivel.

matu-ketami