Diferentes lectores escritores

Diferentes lectores escritores

Interesante lo que plantea Carlos Gamerro​ acerca de las formas de leer: «Joyce lee desde su proyecto de novela. Tiene una especie de gran arquitectura de una catedral in mente y todo lo que lee le interesa o no según pueda integrarse en ese gran edificio del Ulises. En ese sentido, Joyce es un lector egoísta. Borges es un lector mucho más humilde y más generoso. Y mejor lector, sin duda. Entra en los textos sin buscar nada en particular. Se pierde en ellos. No quería caer en la obviedad del laberinto, pero mis palabras me van llevando a eso. De ahí, él no sabe qué va a salir. De su lectura de Dante sale «El Aleph». Del Quijote pueden salir poemas o un cuento. De Shakespeare pueden salir cuentos como «Tema del traidor y del héroe» o un ensayo narrativo-imaginativo como «Everything and nothing», que es un texto maravilloso. En eso se parece, quizá, a Kafka, que también hace de su lectura de los clásicos una especie de proliferación. Tienen más que ver con alguien que entra a esos textos como lector. Cuando Joyce entra en la obra de otros lo hace como novelista, como autor de su novela. Borges lee preguntándose cómo sirve él a ese texto».
Tomado de la nota de Patricio Zunini​ en Infobae

Borges y la escritura. La eternidad de una inscripción

Borges y la escritura. La eternidad de una inscripción

Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica.” (J.L. Borges. Biblioteca Personal)

Muchas veces me pregunté por qué, de entre los múltiples temas a tomar en Borges, la escritura resulta un atractor ineludible, especialmente, por los motivos que son su causa. Esta pregunta por su escritura permite pensar en otras escrituras, las ajenas, las propias. Borges la describe como regida por dos componentes, uno ligado a la inspiración de la musas, a ese momento mágico en que un idea ataca los sentidos. El otro, es el arduo trabajo sobre el texto para que finalmente quede estéticamente apto para el autor y los otros, aquellos que lean.

Tomaré como referencia dos conferencias que Borges realizó en la Escuela Freudiana de Buenos Aires. La primera se refería a “Los sueños y la poesía” el 19 de septiembre de 1980, la segunda se denominó “El poeta y la escritura” y fue realizada el 6 de diciembre de 1982. En ellas, decía que las palabras se le aparecían, él sólo las escribía luego de un primer momento en que se resistía a ello. Y el resistirse lo mantenía con la ilusión del dominio de esas palabras, de no alcanzar a ser poseído por ellas. Seguir leyendo «Borges y la escritura. La eternidad de una inscripción»